El estilo naturalista
del Paleolítico, abierta a las sensaciones y a la experiencia, se transforma en
una intención artística geométricamente estilizada, cerrada a la riqueza de la
realidad empírica. En lugar de las minuciosas representaciones fieles a la
naturaleza, plenas de cariño y paciencia para los detalles del modelo
correspondiente, encontramos por todas partes signos ideográficos, esquemáticos
y convencionales, que indican más que reproducen el objeto. El arte neolítico
tiende a ahora a fijar la idea, el concepto, la sustancia de las cosas, es
decir a crear símbolos en vez de imágenes.
El cambio de estilo que conduce a estas formas de
arte completamente abstractas depende de un giro general de la cultura, que
representa quizá el corte más profundo que ha existido en la historia de la
humanidad.
Del Neolítico se conservan grandes monumentos
megalíticos, entre ellos:
Los menhires: Monolitos verticales ocasionalmente antropomorfos, con los que se hacía culto al sol.
Los dolmenes: Sepulturas construidas con dos o más piedras verticales cubiertas por una losa horizontal.
Los crómlechs: Conjuntos de menhires y dólmenes de forma circular que solían tener carácter religioso.
Además en este período se desarrolló un estilo de pintura rupestre en la zona levantina de la Península Ibérica basado en la pintura de escenas de caza en rocas al aire libre, con representaciones esquemáticas de figuras humanas.
Los menhires: Monolitos verticales ocasionalmente antropomorfos, con los que se hacía culto al sol.
Los dolmenes: Sepulturas construidas con dos o más piedras verticales cubiertas por una losa horizontal.
Los crómlechs: Conjuntos de menhires y dólmenes de forma circular que solían tener carácter religioso.
Además en este período se desarrolló un estilo de pintura rupestre en la zona levantina de la Península Ibérica basado en la pintura de escenas de caza en rocas al aire libre, con representaciones esquemáticas de figuras humanas.
Bibliografía:
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